Hoy me ha quedado claro que hay una ley inversamente proporcional que grava la eficiencia.
A mayor eficiencia, menor recompensa.
Viva la ineptitud.
Porque, por si no lo sabéis, los tontos triunfan.
Siempre consiguen a alguien que les haga el trabajo.
A partir de hoy, para tonta: yo.
¡Si, sí, pero qué peligrosos son esos tontos tan listos!
ResponderEliminarEso quiero ser yo precisamente: una mujer peligrosa.
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