miércoles, 26 de mayo de 2010

QUO VADIS


Eso me pregunto yo todas las mañanas.

Suena el despertador, me propongo remolonear, pero nunca me sale.
Me levanto, me dirijo a la cafetera más próxima, unos metros más allá, en mi destartalada cocina. Aprieto el botón de encendido.

Sigo el circuito hasta la ducha más cercana, el agua me achicharra o me congela, depende cómo le dé el día al calentador. Es viejito y ya no está para muchos trotes.

Salgo con el pelo mojado y me miro en el espejo: sigo igual que siempre, menos mal, por ahora todo sigue donde estaba anoche.

Me tomo el café, me arreglo los pelos como puedo, me pongo lo primero que pillo, que suele ser lo de arriba del montón. Mi madre diría que voy hecha una facha, pero mi facha me gusta: mami, no me digas nada...

Bajo las escaleras cargada con mis cómics, mi sandwich perfecto y siempre se me olvida algo.

Llego al trabajo, abro la puerta, empieza la monotonía, pierdo la paciencia como todos los días. Si ya sé que la voy a perder, no sé por qué me pongo tan de los nervios. Debe ser parte del guión.

De vez en cuando me río a carcajadas y ya se me olvida que volví a perder los papeles. Los figurados, los físicos jamás los pierdo, soy muy organizada. Quién lo diría. Yo no, pero la verdad es la verdad y no se puede cambiar.

Salgo del trabajo, vuelvo a casa marcha atrás, con mis cómics y sin sandwich. Intento recordar qué olvidé esta mañana.

Como algo, duermo otro algo, me vuelvo a vestir, me vuelvo a mirar en el espejo. Me mantengo sin cambios.

Quedo con las amigas, con los amigos, me tomo unas cañas, me arrepiento de habérmelas tomado, me miro esa barriga que antes no tenía.

Vuelvo a casa, por un camino distinto.

Caigo derrotada en la cama, pienso en todo lo que tengo que hacer y que voy dejando para el final. Maldigo al hombre gris que me roba el tiempo y me duermo.

Hasta mañana.

1 comentario:

  1. Qué razón llevas, Helen Ford. Así es la rueda en la que nos movemos ¡y menos mal que sigue girando!

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