miércoles, 26 de mayo de 2010

CUENTOS CHINOS


Hace unos años tuve la oportunidad de ir a Pekín. Yo no me lo había planteado nunca, pero surgió como surge todo lo inesperado y me ví a mí misma montada en un avión rumbo al lejano oriente. Cuando aterricé allí me dí cuenta de que si Madrid me mata, Pekín podría aniquilarme. Es una ciudad gigante, inabarcable, atestada, rebosante de bicis, de chinos, de contaminación, de parques preciosos, deliciosa comida indescifrable y palacios clónicos. Esto sí me sorprendió: son todos muy bonitos, pero son todos iguales. Ves uno y ya los has visto todos.
Con qué me quedo de Pekín: con su comida, sus temerarias bicis que ponen en peligro la vida de los incautos turistas y el morro que le echan los pekineses a la hora de regatear. Es que tienen un cuento los mendas...
Y yo me pregunto: ¿a cuento de qué me he acordado ahora de esto?

No hay comentarios:

Publicar un comentario