lunes, 28 de noviembre de 2011

MOMENTO MEMENTO



No sé por qué hoy he recordado que cuando llovía en el sur del que provengo como le llueve a Forrest Gump en Vietnam, desde arriba, desde abajo y desde todos los lados, llegaba a mi casa empapada y mi madre siempre me abría la puerta (nunca fui una niña con llaves de casa) y me cogía la mochila, me cogía el chubasquero, me quitaba los zapatos y me traía las pantuflas y el pijama para que me secara enseguida y no pillase un constipado. A mí entonces me daba igual que afuera siguiera lloviendo, que me hubiera empapado hasta los huesos y que me hubiera tenido que agarrar a una farola por el camino para que no me llevara el viento.


Hoy me he acordado de esta pequeñez y me alegro de que todavía siga dándome igual mojarme, porque no tengo paraguas, porque en Madrid nunca llueve como le llueve a Forrest Gump y porque ahora tengo llaves de casa y del metro al portal llego en un plis plas.

7 comentarios:

  1. A mi las mujeres mojadas me han gustado siempre.

    Y caminar bajo lluvias suaves (sin viento ni frío) me suele apetecer.

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  2. Ten cuidado con las mujeres mojadas, que resbalan.

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  3. …ejem…Con permiso.

    Conozco muy bien ese tipo de lluvia, tan Forrestgumpiana. Marca los inviernos de la vida de cualquiera. Aquí es donde el Dios de la lluvia vacía sus bolsillos de agua y viento que no encajan en ningún lugar. Yo también fui un niño… de esos.

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  4. Siempre he aceptado los retos... y resbalar es una gran sensación.

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  5. Guille vente a ese lugar del que Helen habla, sabras lo que es que te lluva desde abajo y por supuesto mujeres resbalosas a montones...
    Niña que buenos recuerdos sobre todo los de una madre esperando secarte...lo que daria por volver...
    Ana

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  6. ¿Verdad?
    C@y@te y Ana, no diré que echo de menos la lluvia, pero sí que me ha servido para cuando llueve en cualquier otro lugar reírme y afirmar siempre: aquí no saben lo que es la lluvia.
    Lo que sí echo de menos es el momento centrifugado maternal y por supuesto, comentar al día siguiente con las amigas cuántos charcos habíamos cruzado y hasta dónde nos había llegado el agua.
    Ains, qué recuerdos.

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  7. Qué recuerdos... yo me ponía mis botas de agua rojas!! Es cierto que aquí cuando llueve, LLUEVEEEE!!!

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