lunes, 7 de febrero de 2011

POR UN PUÑADO DE BROTES

Esta noche casi muero atragantada por un trozo de vidrio que masqué.
No, no estaba ensayando un nuevo número para el circo ni nada por el estilo. Estaba tan sólo cenando después de haber corrido por el parque un rato.
Diantres, casi muero desprovista totalmente de glamour: el trozo de vidrio estaba dentro de un bote de brotes de ajo. Nada de atragantarme con un escargot en un caro restaurante parisino,no. Cenando un bote de brotes de ajo que me costó un euro. Vamos, que habría sido una muerte de lo más poco chic del universo. Y además me habría dado mucho coraje. Morirme, claro, no el hecho de no tener glamour, que eso ya lo tengo asumido.
Pero no os preocupéis, que yo como mucho pero masco lento y obviamente, cuando clavé mis dientes en el trozo de cristal, pensé que sería un puñadito de arena de los ajetes, pero dejé de mascar y me ví a mí misma como el Horatio de CSI y como si una serie de rápidos flashbacks se me pasaran por la mente (ya que no ví la sucesión de imágenes que se supone que ves justo antes de morir) pensé: qué raro, la arena no es tan dura; qué raro, la arena no hace tanto ruido cuando la muerdes; qué raro, la arena se deshace cuando la chupas...Mmmmm, algo huele a podrido en el reino de Dinamarca...
Todo esto en cuestión de milésimas de segundo, porque Horatio tiene una mente brillante, pero yo también. Y si estás a punto de abandonar este mundo cruel, se te agudiza el ingenio que da gusto.
Así que dignamente y ya que no había demasiado sitio para la elegancia ni el decoro, escupí en mi servilleta de papel los ajetes aderezados con cristal y con unas pinzas que de forenses tenían poco, sino más bien de depilación mondas y lirondas, agarré la maléfica pieza de vidrio y me quedé pensando que es cierto que había oído casos parecidos, pero jamás pensé que me pasaría a mí.

He puesto una reclamación, pero como es una marca blanca, seguro que ni me contestan.

3 comentarios:

  1. Noooooooooooo, que espanto!!!!

    Me hiciste acordar de una anécdota de un humorista, Landricina, que tuvo un infarto en el baño mientras estaba sentado en el inodoro. Se salvó, pero siempre contaba que él imaginaba los titulares de los diarios diciendo:
    Cagó Landricina.

    ¡Decime si esa no hubiera sido una muerte poco glamorosa! :)

    ResponderEliminar
  2. Malena, esa habría sido una muerte todavía menos glamourosa que la mía.
    Lo reconozco.
    Pero mejor no morir y seguir vivitos y coleando. Bien por Landricina y bien por mí.

    Y Mar, ya nos conocemos. Mala hierba nunca muere. Tú también entras en este refrán, jejeje.

    Pienso seguir por aquí mucho tiempo.
    Besos a ambas.

    ResponderEliminar