miércoles, 2 de febrero de 2011

LAS CUATRO ESTACIONES


Me desperté de buen humor. Mi primer pie en el suelo fue el derecho. Bien hecho.
Leyendo el Fotogramas en el metro llegué al trabajo. Por el camino me encontré a una amiga y le dí un susto por la espalda. Nos reímos. Yo más que ella.
Al abrir la oficina ví el sobre que con mucha mala leche me habían arrojado por debajo de la puerta, en la oscuridad, por la espalda, sin dar la cara. Era un sobre-orden. Un sobre-mandato, un sobre-toca-narices.
Y se me torció el gesto. Entré a la oficina con el pie izquierdo.
De milagro no se agrió la leche del primer café.
Por suerte me encontré un bombón solitario, me lo comí y se me pasó todo volando. Volví a reirme.
Después de comer sentí impaciencia y pereza. Pereza por dormir e impaciencia por marchar.
Llegué a casa, tiré de voluntad, me calcé las zapatillas y salí a correr. En la última vuelta al parque me encontré a una chica que corría al igual que yo, pero ella llevaba mochila e iba con unos auriculares. Silbé, me escuchó, me miró, me sonrió, me esperó. Corrimos juntas la última vuelta.
Resulta que íbamos las dos en la misma dirección y todavía os digo más: resulta que vivimos juntas.
Y resulta que ella hizo la cena, yo lavé los platos, nos sentamos a compartir sofá y ahora me pregunto si mañana pasaré de estar de buen humor a estar de mal humor en cuestión de segundos, que parezco un ferrari con tanta aceleración. 

1 comentario:

  1. Qué foto más bonita!!
    Siempre es un placer leerte y mirarte, porque las imágenes acompañan tus palabras.
    La vida está repleta de emociones, y mejor avanzar con un ferrari y sentir el motor, en las aceleraciones y frenazos. Viva la vida con glamour, intensa, rica y variada.

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