lunes, 26 de julio de 2010

PRUEBA SUPERADA

Sabéis que adoro a Garfield y que me identifico con él.
No es mi alter ego, pero casi.

Pues recientemente no he podido ejercer de Garfield como a mí me gusta.

Os cuento:

Me han extraído las últimas muelas del juicio que me quedaban y he tenido que hacer dieta blanda y renunciar a grandes manjares.

Y para que veáis que la vida nos pone a prueba a cada minuto, el día siguiente a la operación estaba invitada a un cumpleaños, donde la protagonista nos agasajó con todo tipo de delicias a las que yo, imbuida en una gran dignidad y con cara de indiferencia absoluta (estuve ensayando en casa ante el espejo, para que no se me notara la procesión que iba por dentro), tuve que decir que no, que no me apetecía nada, que ya había comido en casa (esto es cierto: me zampé una fuente de puré maggi-te-quiere-ayudar, porque yo las recomendaciones del médico las sigo a rajatabla. Si me dice dieta blanda, yo dieta blanda)

Al día siguiente a ese, tuve una boda. No me gustan las bodas, todo el mundo lo sabe, creo que hasta salió publicado en el New York Times. Pues bien, si me invitan, no soy tan maleducada de rechazar semejante oferta: voy y con la boca pequeña me lo como todo y disfruto del banquete.

Prueba número dos: se me olvidó cómo poner la cara de dignidad e indiferencia y como el entrante del menú era salmorejo y no incumplía la norma de la dieta blanda, pues lo engullí con fruición.

Lo segundo era ensalada de bogavante, algo blandito también. Comprobé que mi boca podía abrirse en grado suficiente como para que entrara el bogavante y también lo engullí.

Luego sorbete y carne. A la carne dije que no, que la retiraran.
En la mesa creyeron que era vegetariana convencida...si ellos supieran.

Luego helado y copichuelas. También sí, claro.

Ayer domingo ya no tenía ningún otro evento en la agenda y pude dejar de sufrir, al fin.

No hay mal que cien años dure.

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