-Llegar a casa después del trabajo, dejarlo todo tirado y tumbarme en el sofá con las piernas en alto.
-Tomarme un café antes de salir a la calle por las mañanas. Algunos se santiguan, sin embargo yo sin café no piso las aceras. No es superstición, es necesidad física.
-Engancharme a series y terminarlas. Creo que esto es debido a un trauma infantil creado por dejar incompletos algunos álbumes de cromos, el de Candy Candy entre ellos.
-Escribir con bolígrafo negro en otoño-invierno y azul en primavera-verano.
-No hacer nada los viernes por la tarde.
-Descubrir por casualidad la política de "mesas limpias" y empeñarme en llevarla a cabo a rajatabla.
-Tener siempre a mano lágrimas artificiales para los ojos, protector labial y antihistamínicos, por si me da un yeyo.
-No ser asidua a las listas.Cuando de vez en cuando (como ahora) las hago, confieso que me gustan. Las listas dan un orden a las cosas, pero no me gusta poner orden. Me reconforta no ser una persona ordenada.
Una obligación menos.
Una obligación menos.