Ayer se me volvió a poner a prueba, pero esta vez no al estilo Tántalo, menos mal.
Me fui a la Casa de Campo con un amigo a montar en bici.
Él es mi ídolo del deporte y algún día me gustaría a llegar a ser como él.
Os confieso que yo a la bici ponerle, le pongo mucho entusiasmo, pero el miedo a las caídas no me lo quita nadie.
Pues bien, ayer fue él el que se cayó, con gran disgusto para mí, porque ver a tu ídolo caído no tiene pizca de gracia y si se cae él, ¿cómo no me voy a caer yo?
Era una bajada rápida y sinuosa, de arena seca y resbaladiza y él tomó mal la curva y se fue a dar contra unas zarzas.
Se levantó raudo y veloz y yo detrás gritándole si estaba bien, como si mi grito pudiese ayudarlo en algo.
Hicimos recuento de sus heridas, que eran leves, alguna magulladura, algún rasguño sin importancia pero eso sí: todo el culo lleno de pinchos de las zarzas.
Como soy de natural tímido rayano en la mojigatería, le dije que no era plan de que me pusiese allí mismo a quitarle los pinchos del culo. Pero como tenía miles y miles de ellos, me dijo que daba igual, que me daba permiso, y allá que fui yo con mis deditos a quitarle todos los pinchos de su culotte. Uno por uno.
Una jamás ha de contrariar los deseos de su ídolo.
Ains, lo que tiene que hacer una por el deporte.
Y que lo digas...¡Qué prueba más dura!
ResponderEliminar¡Ya te digo! Cualquiera otra no la habría superado...ji ji.
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